Los antiguos alquimistas buscaban una sustancia llamada “piedra filosofal” para transformar el plomo en oro. La alquimia interna es esa sustancia capaz de transmutar cualquier situación, concepto o sentimiento negativo en algo positivo. Es encontrar el aprendizaje, la fuerza y el misterio oculto detrás de cada cosa. Transformar el infierno en paraíso.
No está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, pero siempre puedes escoger la actitud con la que afrontas el sufrimiento. Puedes colocarte el traje de víctima y merodear en círculos dentro de un pozo o meterte en el papel de la guerrera y salir victoriosa de él. La guerrera usa su dolor como motor. Usa esas grandes lecciones de vida para seguir adelante, las convierte en fuerza, en valor, valentía, coraje, amor, compasión... Es capaz de transformar las cualidades negativas en positivas, de dar luz a la oscuridad.
La alquimia interna nos ayuda a convertir las heridas en herramientas útiles para ser nuestra mejor versión. Las cicatriza con dulzura, ternura, con amor. Nunca queda igual una cicatriz bien cuidada y curada, que una cicatriz infectada sin atención.